Llueve afuera, hace tiempo que no regresas y el calor del café hoy ya no se siente bien.
La gente corre a refugiarse, fuiste tu quién reía diciendo que uno por naturaleza necesita cobijarse.
Es extraño como hoy llueva afuera.
Ya no hay necesidad de volver.
Es un ciclo el que vuelva a nacer.
Las luces hoy brillan más, su reflejo en el suelo crea un espejo, que si estuvieras seguro te harían danzar.
El viento hace volar, esas hojas que aún se aferran a los árboles y luego suena como crepitar cuando el sol las cubre con calor y las pisas al jugar tu juego.
Posas de agua estallan en esquinas tapadas de barro.
Gente corre, no mira, se dirigen a todos lados.
No sé que pueda gustar más. El sonido de la lluvia en un techo de lata mientras te preparas a dormir
o la lluvia mojándote la cara en un día cualquiera camino a casa sintiendo como te hace vivir.
Todo a veces parece una postal.
Todo realmente es una postal.
Solamente nadie se detiene a ver por fuera como brilla el sol por dentro.
Llueve adentro, hace tiempo que no tapo esa gotera.
Tal vez el sello que tenía necesita mantenerlo también por fuera.
Hace frío y no entiendo,
como a veces un verano parece invierno.